Desde hace años era y soy una adicta a dos o tres foros, al final terminas siendo una gran familia, pero este año he decidido dar un parón, mi mente no puede más, hasta ayer era foro adicta de Supermamas, pero ahora necesito un descanso, ha sido un año lleno de emociones enfrentadas, por un lado la felicidad de que mi hija está perfecta y no tiene ninguna secuela de su prematuridad y por otro lado el no poder finalizar un embarazo, el sentir que en unas horas terminaba todo, quizás todo pasó tan deprisa que no me dio tiempo a reaccionar.
Quizás en ese momento mis neuronas estaban tan ocupadas en la hospitalización y posterior crecimiento de mi hija que no pude concienciarme bien de lo que estaba ocurriendo, imagino que fue eso, que todo pasó tan deprisa que no tienes tiempo a hacer un pequeño "duelo" por el embarazo que no finaliza, y es que cuando tienes a tu hijo en el hospital no hay tiempo para sentirte baja de ánimos, tienes que sentirte al 100% para tu bebé, en fin que, por lo que sea no he tenido tiempo de pensar y recapacitar, así que, ahora se me junta todo y hace que necesite un parón de tantos embarazos a mi alrededor.
Si alguna habéis estado en un buen profesional que lo diga porque me estoy planteando seriamente ir a uno.
Como todas las funciones fisiológicas, el proceso del parto está dirigido por el cerebro mamífero primitivo (CMP), que es el que compartimos con el resto de estos animales. La parte del cerebro específicamente humana, la corteza cerebral, es la que nos diferencia del resto de los mamíferos. En ella, se encuentra la capacidad de pensar y decidir y lo que sucede en la corteza, prima sobre lo que ocurre en el CMP, por lo que la corteza cerebral nos puede complicar los procesos que dependen del CMP. Para que estos procesos (el parto, el orgasmo, el sueño…) se puedan producir, el intelecto debe estar en reposo. Intentar dirigir estos procesos sólo pone trabas a que se produzcan. Intentemos pensar en el sueño. Si intentamos controlar este proceso, simplemente no sucederá hasta que dejemos la corteza cerebral en reposo. Con el parto sucede exactamente lo mismo.
El parto no comienza en un momento exacto. Desde la concepción, la fisiología va actuando y preparando los cuerpos para el momento del nacimiento y para la vida después. El útero se contrae durante todo el embarazo, aunque las contracciones que se producen en la primera mitad del embarazo no son percibidas por la embarazada. A partir de ahí, comenzarán las contracciones de Braxton Hicks, que irán aumentando en intensidad y frecuencia según vaya avanzando la gestación y sí son apreciadas por la mujer aunque no son dolorosas. Así el útero se va preparando para su momento más importante, el de ser el motor del parto.
El útero es un músculo y tiene forma de pera invertida. Se divide en dos segmentos: En el superior se producen las contracciones y el segmento inferior controla su apertura. En el segmento inferior, a modo de cierre, se encuentra el cérvix o cuello del útero.
LOS PRÓDROMOS
Antes de que el cérvix comience a dilatar, hay una fase previa de reblandecimiento y borrado del mismo donde fibras musculares empiezan a estirarse y contraerse tirando del cuello de abajo a arriba de forma suave y discontinua. Estas contracciones son los pródromos del parto y su misión es hacer que el cérvix se integre en el polo inferior del útero dejándolo listo para la dilatación.
En las mujeres que ya han parido previamente, el borrado del cuello y la dilatación pueden producirse a la vez.
Todo esto hace que se expulse el tapón mucoso, acompañado de pequeñas cantidades de sangre. La mujer suele percibir esta etapa, nota la actividad y molestias e incluso dolor durante los pródromos, aunque éste suele ser tolerable. El miedo al dolor del parto, hace que muchas mujeres tengan alterada la percepción del mismo, haciéndose éste más intenso.
LA DILATACIÓN
Tras el borrado del cuello, la dilatación suele ser de 1 ó 2 cm y comienza la fase activa de dilatación. Las contracciones siguen intensificándose y haciéndose más regulares para continuar con la dilatación cervical. Hay mujeres que tienen muchas contracciones, cada dos minutos, otras cada diez. Cada cuerpo tiene su pauta, pero siempre, entre una y otra, hay tiempo en el que no hay dolor.
Una vez que el cuello se ha borrado por completo, si la bolsa amniótica sigue íntegra, una pequeña parte de ésta se introduce en el orificio cervical, y lo va expandiendo circularmente con cada contracción.
De este modo, la dilatación se produce ayudada de tres fuerzas:
La fibra muscular del útero que se contrae, reduciendo el tamaño de éste aumentando la presión en su interior.
El huevo humano (formado por todo lo que se encuentra dentro del útero: el bebé, unido a la placenta por el cordón umbilical, rodeado de líquido amniótico, todo ello dentro de la bolsa amniótica), que atraído por la fuerza de la gravedad, empuja hacia abajo.
La parte de la bolsa introducida en el orificio del cérvix, que se tensa con cada contracción y hace que la presión del líquido contenido vaya agrandando el orificio cervical.
El dolor en el parto es el único dolor que no indica un peligro, que algo va mal. El dolor en el parto tiene varias funciones:
Avisar paulatinamente a la madre para que se prepare para recibir a su hijo.
Dirigirla hacia las posturas a adoptar durante el proceso. La postura que beneficia el parto es menos dolorosa ya que el dolor es únicamente el de la dilatación cervical. Cuando una mujer adopta una postura que dificulta el parto, el dolor es mayor ya que se le añade la presión incorrecta y desigual al cuello y a la parte del cuerpo sobre la que se halle el útero. Además parte de esta contracción se desperdicia porque no se está aplicando al 100% en el cuello del útero.
Ayudarla a desactivar la corteza cerebral, ya que una ritmicidad dolorosa ayuda a no pensar, a querer desconectar de todo lo demás y entregarse únicamente a esta experiencia.
Durante este proceso, recordemos, fisiológico, la mujer irá adoptando distintas posturas según le vaya pidiendo el cuerpo. Suelen ser posturas verticales y se producen movimientos de la cadera que ayudan al proceso.
La duración del trabajo de parto variará de acuerdo a cada mujer. Y es probable que durante el mismo ella grite, llore, se quede dormida entre contracciones, vomite, haga pis y caca, quiera bañarse, moverse, caminar, comer o tomar líquidos, tenga frío o calor, o ninguna de estas cosas. Y todo eso está bien. Cada mujer atraviesa ese momento de una forma única y esa es la correcta para ella.
EL EXPULSIVO
Una vez que el cérvix ha dilatado completamente, hay signos externos que así lo indican: Suele haber presencia de moco filamentoso, que al dilatar el cuello, cae a la vagina y drena al exterior y las contracciones cesan: La puerta está abierta.
A estas alturas suele romperse de forma espontánea la bolsa amniótica (aunque puede haberse roto previamente o no romperse ni tras el nacimiento del bebé).
Si la mujer está en posición vertical, el “huevo” cae por su propio peso en la vagina y con este paso comienza el periodo de expulsión.
Tras este período de cese de contracciones cuya duración depende de cada mujer, comienzan las contracciones de expulsivo. En este momento y sin necesidad de un tacto vaginal es posible diagnosticar la dilatación completa simplemente observando los cambios en el comportamiento de la mujer. Las sensaciones del expulsivo son diferentes a las de la dilatación. La presión que ejerce el bebé sobre el suelo pélvico se empieza a notar y la mujer así lo suele expresar. Hay una sensación de “llenado” pélvico que aumenta con la contracción y cada vez va siendo más intenso.
El periné entra en acción en el período de expulsivo y se empieza a formar el canal blando del parto. Las funciones del periné son:
Función pasiva: Cerrar el abdomen por su parte inferior, conservando en su debida posición las vísceras contenidas en el mismo.
Función activa: “Abrir la puerta” en los casos en los que el útero, la vejiga o el recto tengan que vaciar su contenido.
En el parto, su misión más importante es frenar el impulso ejercido sobre el bebé por los músculos abdominales, para que el nacimiento se produzca con suavidad para que este gran cambio se produzca de forma lenta y pausada, haciéndolo lo menos traumatizante posible para el bebé.
La cabeza del bebé comienza a salir por el occipucio y va progresando lentamente, milímetro a milímetro, protegida por el periné, que va retrocediendo poco a poco.
Una vez que ha nacido la cabeza, ésta rota para alinearse con el cuerpo. Tras este giro de cabeza, comienza a deslizarse por el periné el hombro posterior, que es el primero en nacer en el parto fisiológico. Tras la salida de este hombro, sigue la salida completa del bebé.
En este momento la madre coge a su bebé, lo mira, lo huele, lo abraza, murmura palabras, lo acerca a su pecho. El recién nacido ve, escucha, se mueve y acompaña la voz de su madre desde los primeros instantes de vida extrauterina. Comienza a adaptarse al exterior unido a su madre por el cordón umbilical que aún late y poco a poco se va iniciando la respiración pulmonar. El bebé llena de aire sus pulmones y el oxígeno del aire comienza a pasar directamente a la sangre del bebé a través de su propio sistema respiratorio. Ya no es necesario transportarlo a través de la placenta. Una vez establecida esta respiración, el cordón se va colapsando hasta que deja de latir y de ejercer su, hasta ahora, vital función. A partir de este momento se puede proceder a cortar el cordón. Si esto se realizase antes de tiempo, el bebé sería forzado a adaptarse a su nueva situación ya que el suministro de oxígeno se vería interrumpido de una forma brusca proporcionándole así una angustiosa sensación de asfixia.
EL ALUMBRAMIENTO
Una vez que el bebé ha nacido y el cordón se ha colapsado, comienza la separación de la placenta, iniciada por la acumulación de sangre procedente de la rotura controlada de los vasos que unían la placenta al útero. Cuando la placenta se ha desprendido, cae en la vagina produciendo de nuevo una sensación de llenado pélvico acompañada de contracciones para expulsar todos los restos.